Un día como hoy, en 1968, fallecía en un pequeño pueblo del sur de Italia un fraile que congregó a 100.000 personas en su despedida. Se trataba de San Pío de Pietrelcina, conocido mundialmente como el Padre Pío, famoso por sus estigmas, milagros y vida de sacrificio. Su historia es un testimonio único de fe, sufrimiento y devoción que lo convirtió en un fenómeno imposible de ignorar.
Cómo rezar la poderosa oración del Padre Pío y recibir su protecciónUna infancia marcada por la espiritualidad
Francisco Forgione nació el 25 de mayo de 1887 en Pietrelcina, Campania, Italia, hijo de humildes agricultores. Desde pequeño mostró una sensibilidad espiritual extraordinaria, incluyendo apariciones místicas como la del Sagrado Corazón de Jesús a los cinco años. Inspirado por un encuentro con un fraile capuchino, decidió dedicarse al sacerdocio e ingresó en 1903 al noviciado de los Capuchinos en Morcone, adoptando el nombre de fray Pío.
Estigmas, bilocación y ataques del demonio
A lo largo de su vida, el Padre Pío experimentó fenómenos sobrenaturales que lo hicieron único: estigmas visibles que sangraban durante 50 años, éxtasis, bilocación y clarividencia. Además, sufrió brutales ataques del demonio, descritos en cartas y testimonios: golpes, arrastres por la habitación y noches enteras de tortura. En una de las peores noches, relató que fue atacado desde las diez de la noche hasta las cinco de la mañana, pensando que esa sería su última noche de vida.
A pesar de estos sufrimientos, desarrolló dones extraordinarios: podía estar en dos lugares a la vez, asistir a moribundos, sanar enfermos, leer conciencias y hasta anticipar acontecimientos futuros, como el destino de Karol Wojtyła, quien se convertiría en el Papa Juan Pablo II.
Confesor incansable y devoción sin límites
A pesar de su fama, la Iglesia intentó limitar su actividad. Fue trasladado temporalmente a Ancona, pero los ciudadanos de San Giovanni Rotondo, donde vivía desde 1916, se opusieron con protestas multitudinarias. Entre sanciones y restricciones, el Padre Pío continuó su labor pastoral: pasaba hasta 16 horas al día en el confesionario, escuchando pecados en lenguas que desconocía y respondiendo con precisión. Su vida estaba consagrada al servicio de los demás.
Últimos días y canonización
El 22 de septiembre de 1968 celebró su última misa y falleció durante la madrugada del 23, repitiendo los nombres de Jesús y María. Sus estigmas desaparecieron al morir, completando su vida de sacrificio y misterio. En 2002, Juan Pablo II lo canonizó, cumpliéndose la profecía que había recibido décadas antes sobre su relevancia en la Iglesia.
La vida del Padre Pío sigue siendo un ejemplo de fe, perseverancia y entrega, recordándonos que incluso frente a sufrimientos extremos, la devoción y la misión espiritual pueden marcar la historia de la humanidad.